Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 11: LA VIDA EN CRISTO
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11.1 INTRODUCCIÓN

El bautismo nos da la esperanza segura de tener vida eterna en el reino de Dios. Cuanto más creemos y apreciamos la certeza de esta esperanza más evidente se vuelve que trae ciertas responsabilidades sobre nosotros. Estas giran en torno a vivir una vida apropiada para alguien que tiene la esperanza de recibir la naturaleza de Dios (2 P. 1:4), de realmente compartir su nombre (Ap. 3:12) llegando a la perfección en toda forma.

Explicamos en el Estudio 10.3 que después del bautismo estamos comprometidos a llevar una vida de constante crucificación de los malos deseos de nuestra naturaleza (Ro. 6:6). A menos que estemos dispuestos a tratar de hacer esto, el bautismo carece de significado. Solamente debe tener lugar cuando una persona está preparada para aceptar las responsabilidades de la nueva vida que deberá seguir.

En el bautismo morimos a este viejo y natural modo de vida y somos, figurativamente, resucitados con Cristo. "Si, pues, habéis resucitado con Cristo [en el bautismo], buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto... Haced morir, pues... fornicación, impureza... avaricia" (Col. 3:1-5). Después del bautismo nos comprometemos a una vida en la que vemos las cosas desde la perspectiva celestial de Dios, pensando en las cosas celestiales (es decir, espirituales) cambiando nuestra ambición mundana por una ambición de sobreponernos a nuestras tendencias carnales y de ese modo entrar al reino de Dios.

La tendencia de la naturaleza humana es mostrar entusiasmo por la obediencia a Dios a tontas y a locas. Dios previene acerca de esto. En cuanto a los mandamientos de Dios, Él dice: "El hombre que los cumpliere vivirá" (Ez. 20:21). Si estamos conscientes de los mandamientos de Dios y comenzamos a obedecerlos en el bautismo, deberíamos comprometernos a vivir una vida de obediencia a ellos.


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