Principios Básicos de la BIBLIA ESTUDIO 4: DIOS Y LA MUERTE La naturaleza del hombre | El alma | El Espíritu | La muerte es inconsciencia | La resurrección | El juicio | El lugar del galardón: ¿El cielo o la tierra? | Responsabilidad ante Dios | El infierno | Digresiónes (El purgatorio, Fantasmas y reencarnación, ¿Con qué naturaleza resucitaremos?, El "arrebatamiento") | Preguntas |
4.6 EL JUICIOLa enseñanza bíblica referente al juicio es uno de los principios básicos de la única fe, que debe entenderse claramente antes del bautismo (Hch. 24:25; He. 6:2). Frecuentemente las Escrituras hablan de "el día del juicio" (ejemplos, 2 P. 2:9; 3:7; 1 Jn. 4:17; Jud. 6), un tiempo en que aquellos a los cuales se les ha dado el conocimiento de Dios recibirán su galardón. Todos estos deben comparecer "ante el tribunal de Cristo" (Ro. 14:10); "Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo" (2 Co. 5:10) para recibir una recompensa en forma corporal. Las visiones de Daniel referente a la segunda venida de Cristo incluían uno de estos tribunales en la forma de un trono (Dn. 7:9-14). Las parábolas ayudan un tanto a suplir los detalles. La de los talentos lo comparan con el regreso de un señor, el cual convoca a sus siervos para determinar en qué forma usaron el dinero que les había dejado (Mt. 25:14-29). La parábola de los pescadores compara el llamado del evangelio con una red que reúne toda clase de gente; entonces los hombres se sentaron (compárese con la presencia en el juicio) y separaron los peces buenos de los malos. La interpretación es clara: "Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos" (Mt. 13:47-50). Por lo que hemos visto hasta ahora, es válido suponer que después del regreso del Señor y la resurrección, habrá una congregación de todos los que han sido llamados al evangelio en algún lugar determinado, en una fecha específica, donde comparecerán ante Cristo. Ellos tendrán que rendir cuentas y él indicará si son o no aceptables para recibir el galardón de entrar en el reino. Es sólo en este punto en que los justos reciben su galardón. Todo esto está incorporado en la parábola de las ovejas y los cabritos: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria [el trono de David en Jerusalén. Lc. 1:32,33], y serán reunidas delante de él todas las naciones [es decir, gente de todas las naciones, compárese con Mt. 28:19]; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros" (Mt. 25:31-34). Heredar el reino de Dios, recibir las promesas que se hicieron a Abraham sobre el reino, es el galardón de los justos. No obstante, esto será únicamente después del juicio, el cual será al regreso de Cristo. Por lo tanto, es imposible recibir el galardón prometido de un cuerpo inmortalizado antes del regreso de Cristo; por consiguiente, hemos de concluir que desde el momento de la muerte hasta la resurrección, el creyente no tiene existencia consciente en absoluto. Es un repetido principio bíblico de que cuando regrese Cristo, entonces se dará el galardón – y no antes: - "Cuando aparezca el príncipe de los pastores [Jesús], vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (1 P. 5:4, compárese con 1:13). - "El Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino... me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día" (2 Ti. 4:1,8). - Al regreso del Mesías en los últimos días, "muchos de los que duermen en el polvo de la tierra [compárese con Gn, 3:19] serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dn. 12:2). - Cuando Cristo venga en juicio, aquellos "que están en los sepulcros... que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn. 5:25-29). - "He aquí yo [Jesús] vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra" (Ap. 22:12). Nosotros no vamos al cielo a obtener el galardón: Cristo lo trae del cielo para nosotros. Que Jesús trae nuestro galardón con él implica que ha estado preparado para nosotros en el cielo, pero que será traído a nosotros a la tierra en la segunda venida; nuestra "herencia" de la tierra que se prometió a Abraham está en este sentido "reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero [cuando venga Cristo]" (1 P. 1:4,5). Nuestra recompensa es tan segura como si ya nos hubiese sido dada. Tan seguras son las promesas de Dios, que Él habla de cosas que todavía no existen como si existieran ( Ro. 4:17). Como el galardón sólo se dará en el juicio al regreso de Cristo, se desprende que los justos y los inicuos van al mismo lugar cuando mueren, es decir al sepulcro. No existe diferencia entre ellos en la muerte. Lo siguiente es prueba positiva de esto: - Jonatán fue justo, pero Saúl fue inicuo, no obstante, "tampoco en su muerte fueron separados" (2 S. 1:23). - Saúl, Jonatán y Samuel fueron todos al mismo lugar de muerte (1 S. 28:19). - El justo Abraham "fue unido a su pueblo", o ancestros, en la muerte; y ellos eran idólatras (Gn.25:8; Jos. 24:2). - El sabio espiritualmente y el necio experimentan la misma muerte (Ec. 2:15,16). Todo esto está en marcado contraste con las pretensiones del ‘cristianismo’ popular. Su enseñanza de que los justos inmediatamente van al cielo al morir destruye la necesidad de una resurrección y juicio. No obstante, hemos visto que estos son acontecimientos vitales en el plan de Dios de salvación y, por lo tanto, en el mensaje del evangelio. La idea popular sugiere que una persona justa muere y su galardón es irse al cielo, siendo seguido por otros el día siguiente, el mes siguiente, el año siguiente. Esto está en marcado contraste con la enseñanza bíblica de que todos los justos recibirán el galardón juntos, al mismo tiempo: - En el juicio las ovejas serán divididas de los cabritos, una por una. Cuando el juicio ha terminado, Cristo dirá a todas las ovejas congregadas a su derecha: "Venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros" (Mt. 25:34). De modo que todas las ovejas heredan el reino al mismo tiempo (compárese con 1 Co. 15:52). - En "la siega" al regreso y juicio de Cristo, todos los que han laborado en el evangelio gozarán "juntamente" (Jn. 4:35,36, compárese con Mt. 13:39). - Apocalipsis 11:18 define "el tiempo de juzgar a los muertos" como el tiempo en que Dios ha de "dar el galardón a tus siervos... los santos, y a los que temen tu nombre", es decir, a todos los creyentes juntos. - Hebreos 11 es un capítulo que enumera a muchos de los justos del Antiguo Testamento. El versículo 13 comenta: "Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido" a Abraham referente a la salvación que se logra por medio de entrar en el reino de Dios (He. 11:8-12). Se desprende que al morir estos hombres no se fueron uno por uno al cielo a recibir un galardón. La razón de esto se da en los versículos 39,40: Ellos "no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros". La demora en concederles el galardón prometido se debió a que el plan de Dios era que todos los fieles fuesen "perfeccionados" juntos, en el mismo momento. Esto ocurrirá en el juicio, al regreso de Cristo. |